(Lucas 15:1-10)
En este relato del evangelio vemos a
Jesús rodeado de publicanos y pecadores que se acercaban para oírle, es una muy
particular que muy pocas se daba en la sociedad judía. Los publicanos y
pecadores no podían acercarse a ningún maestro de la Ley. De ahí que cause
preocupación entre los fariseos y escribas este hecho. No pueden ocultar su
enojo que llegan a murmurar entre ellos, en actitud de condena el hecho de que
esta clase de gente se reúna con Jesús, hasta el punto de comer con ellos. Para
los fariseos y escribas los publicanos y pecadores eran personas no instruidas
en la Ley y de mala fama, por lo tanto no merecían ninguna atención.
Sin embargo, Jesús quiere enseñarles a
esos fariseos y escribas, piadosos de por sí, que la misericordia de Dios es
para todos, sin ninguna distinción, no es exclusiva de nadie, sólo de Dios. Él
no hace acepción de personas como lo han hecho estos religiosos, celosos de la
Ley. Jesús en todo su ministerio público, llama a Dios, Padre, para demostrar
que es un Padre bondadoso de todas las criaturas (Mt. 5:45). Por otro lado, con
sus palabras y hechos, asegura a todos los que va encontrando en su camino, el
perdón de sus pecados, si creen en Él. Es el anuncio más contundente de la
presencia de Dios misericordioso que perdona los pecados a cualquier persona
que desea hacerlo, libera al ser humano del lastre de la esclavitud del pecado
(Lc. 15). Por el contrario en las Escrituras hay una llamada de atención acerca
de burlarse del pobre, ya que Jehová será su esperanza (Sal. 14:6). Para lograr
tal fin hace referencia a dos parábolas: la oveja perdida y la moneda perdida.
Jesús con estas dos parábolas quiere
dar a conocer que la misericordia y la gracia de Dios está al alcance de todos
y que Dios ha venido a buscar lo que se había perdido. De ahí que defiende su
predicación acerca de la misericordia divina contra los ataques de los
"piadosos". Presenta a un Dios que en vez de que lo busquen, antes
bien, va él primero a buscar a quien ha caído o se ha perdido. También hace
referencia a la alegría que genera en el cielo debido a que un pecador se
arrepiente y se libera para llegar a ser una nueva persona.
Para los "piadosos" de
Israel, no es posible estar junto con el pecador, no merecen la misericordia de
Dios; sin embargo, Jesús los critica y no rehúsa el contacto con las personas
pecadoras, despreciados por todos. Es por eso que al comer con ellos, da
testimonio público de que la misericordia de Dios no es un mero concepto
teológico, sino una realidad. Sus pecados les son perdonados, estaban
perdidos y han sido hallados por Dios. Ellos comprenden que Dios les ama y
acepta a los miserables y pecadores y les otorga su amor y misericordia,
abriendo de esta manera, la puerta a una nueva aventura: la vida en plenitud.
Los "justos" son rechazados porque fundamentan su justicia en la Ley
y confían en sus propias obras (Mt. 21:31).
Finalmente, Jesús vio la fe de aquellos
que se le acercaron y por esa fe tuvo compasión, misericordia de ellos (Mc.
7:24-30; 9:22s). La lección que podemos aprender de estas parábolas es que la
misericordia de Dios se extiende a todos sin excepción alguna; para quien la
acepte, habrá gozo y alegría. Pero para quienes la rechazan habrán puesto una
barrera, excluyéndose de la alegría y gozo de la salvación.
Que el Señor nos fortalezca en la fe
para seguir mereciendo su perfecto amor y misericordia. Amén.
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